No busco con esta reflexión personal
prender la mecha de la confrontación provincial –tarea fácil, casi siempre, por
culpa de absurdos localismos-. Si acaso, despertar conciencias entre la clase
política y la sociedad civil sevillana. No piensen que el deseo de arrebatarle
a Málaga el proyecto de convertirse en la primera sede europea del prestigioso
museo parisino Pompidou es el fin último de este artículo. Pero he leído una
noticia en El Mundo que me ha provocado sorpresa y sonrojo a partes iguales:
“El Ayuntamiento de Málaga firma un convenio con el Gobierno ruso para abrir el
edificio de Tabacalera como pinacoteca a principios de 2015”. En primer lugar,
al conocer el escenario escogido para ese museo estatal, he pensado al instante
qué suerte tan dispar han tenido las fábricas tabaqueras sevillana y malagueña.
Aquí se ha presentado un proyecto después de muchos años de indefinición para
los terrenos de Altadis en los Remedios aunque del papel a la realidad hay un largo camino, que en la mayoría de los
casos confluyen en el mismo punto de partida. Dicho de otro modo: en Málaga,
iniciativas culturales de esa relevancia se disputan la ubicación y en nuestra
ciudad tenemos enormes edificios emblemáticos e históricos que no cuentan para
nada. El mundo al revés. Tenemos una valiosa oferta, pero no debe ser tan
atractiva para los inversores privados o las instituciones públicas. Ahí está
la fábrica de Artillería, el antiguo parlamento andaluz y así, una lista
interminable…
En estos momentos, la crisis económica
proporciona la coartada perfecta para dejar en el aire el futuro de esos
inmuebles. La mayoría de ellos requieren una importante inversión. No obstante,
ésa es la clave: inversión y no un gasto porque la apertura de estos edificios
con contenidos de diversa índole podría redundar en beneficios importantes para
la ciudad. En todo caso y ya que he mencionado el gasto, ¿no supone un
despilfarro el dinero público (vigilancia, seguros…) destinado a algunos de
ellos, como la comisaría de La Gavidia o el antiguo mercado de la Puerta de la Carne, para
tenerlos cerrados? Y ello sin contar con el deterioro continuo que sufren por el
paso del tiempo y la falta de intervención, sin olvidar la imagen de abandono
que ofrecen.
Tampoco sería de recibo que un ayuntamiento
pagará una cantidad desorbitada por hacerse con una determinada oferta cultural,
ya sea en dinero montante y sonante ya sea vía rehabilitación de edificios y
que sea otro quien lo gestione. Ni lo uno ni lo otro, pero en un término medio
podríamos hallar la respuesta.
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